CADA ACCIÓN CUENTA

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jueves, 20 de febrero de 2014

Ficha Técnica Gestión Ambiental Agropecuaria AG4216

Los estudiantes efectuaran una Ficha Técnica. Una ficha técnica es un documento en forma de sumario que contiene la descripción de las características de un objeto, material, proceso o programa de manera detallada. Los contenidos varían dependiendo del producto, servicio o entidad descrita, pero en general suele contener datos como el nombre, características físicas, el modo de uso o elaboración, propiedades distintivas y especificaciones técnicas.
 
 


 
 
Adicionalmente debe preparar un video tutorial de su ficha técnica de no más de 7 minutos, subirlo a You Tube y enviar el Link al profesor y a todos los compañeros. Todo el material utilizado en la Ficha Técnica y en el video debe ser original, en aquellos casos en que deba citar, nombrar, copiar o presentar parte del material con otra autoría, esta obligado indicar el autor del mismo.
 
 
 


miércoles, 19 de febrero de 2014

Economía y Recursos Naturales

Durante la época de la emancipación de las colonias americanas, Edward Gibbon completó su monumental “Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano”, en donde describe el contraste entre lo llegó Roma llegó a ser en un momento dado, y en lo que Roma se convirtió a su caída. ¿Qué pudo haber causado el declive de una sociedad tan poderosa ? Gibbon desarrolla una compleja tesis para responder dicha pregunta, sugiriendo que la semilla de la destrucción de Roma fue generada por el propio Imperio. Aunque éste finalmente sucumbió ante fuerzas externas como los incendios e invasiones, su vulnerabilidad estuvo basada en factores de debilidad interna.

La premisa que dice que son las mismas sociedades las que germinan la semilla de su propia destrucción resulta muy atractiva para muchos autores. A comienzos del Siglo XIX, Malthus previó una grave crisis debido al crecimiento de la población, el que necesariamente entraría en conflictos con la producción de alimentos, resultando todo ello en desnutrición y mortandad.

Durante los años setenta y ochenta, los planteamientos de Malthus, son retomadas principalmente por pensadores que sostienen que la sociedad moderna se ha embarcado en una camino que conduce a la autodestrucción. En efecto, una corriente de ecologistas
modernos, han sugerido que el medio ambiente tiene una determinada “capacidad de carga” para soportar a la humanidad, y una vez que dicha capacidad se ha excedido, se altera el ecosistema, con consecuencias catastróficas para la humanidad entera. Ya no se trata de atender a una sociedad específica, sino de la supervivencia del planeta.

Fuentes de preocupación no son difíciles de encontrar. El mundo ha perdido, a partir de la
segunda mitad del siglo pasado, una quinta parte de sus reservas de petróleo, una quinta parte de su selva húmeda tropical, y miles de plantas y especies animales. La actividad humana ha producido un gran aumento de la producción del dióxido de carbono afectando el clima del planeta, se ha afectado gravemente la capa de ozono y los bosques y lagos muertos, son desgraciadamente escenarios frecuentes en algunas partes del planeta.

Muchos especialistas sugieren que hemos llegado a un punto de quiebre. La humanidad ha
realizado la transición desde el “adaptarse a la naturaleza”, hacia “manejar - administrar ” la
naturaleza”. La escala de las actividades humanas es de tal magnitud, que está afectando los procesos vitales del planeta. Adónde nos conduce este camino?

Los economistas se han preocupado durante décadas por tópicos tales como recursos
agotables y la contaminación, pero durante la pasada década se ha incrementado notablemente la publicación de libros y artículos sobre este tema. En alguna medida, se ha logrado gracias a ello, un mejor entendimiento acerca de la relación entre la humanidad y medio ambiente y cómo esta relación afecta, y es afectada por la economía y las instituciones políticas, económicas y sociales.

1.1. El Uso de los Modelos

Objetivos
 
Esta parte tiene por objetivo plantear los fundamentos centrales de dos visiones que
representan los extremos de un abanico de posiciones. Por un lado quienes sostienen que con el actual modo de desarrollo basado en el uso intensivo de los recursos naturales a bajo o ningún precio, la humanidad está próxima a enfrentarse a un colapso. esta situación podría suceder tanto por el agotamiento de los recursos debido a las ya elevadas y crecientes tasas de extracción de los mismos, como también por la contaminación por exceso de consumo en el supuesto de que las materias primas por alguna eventualidad, no se agotaren.

La otra postura, afirma que gracias al desarrollo científico y tecnológico, la humanidad ha
logrado mejorar la eficiencia en el uso de los recursos, aumentar su stock disponible por la
incorporación de nuevos recursos no explotados aún o mediante el reciclaje de ellos, y crear nuevas tecnologías menos intensivas en el uso de los recursos no renovables.

Entre ambas posiciones, se ubica un amplio espectro que se analizarán en las páginas
siguientes.

1.2. Dos Modelos
Los temas tratados se examinan como parte de un enfoque general sobre el crecimiento
económico con un medio ambiente y recursos naturales limitados. Por la complejidad del tema, se analiza cada componente por separado para finalmente agregar y ensamblar dichos conocimientos en una visión general.

En economía, como en la mayoría de las disciplinas, se usan modelos para ilustrar temas
complejos, tales como la relación entre la economía y el medio ambiente. Al usar dichos
modelos, sin embargo, es necesario tener conciencia de sus limitaciones.

En primer término, los modelos son simplificaciones de la realidad. Así por ejemplo, aunque el diseño de un mapa carretero no incluye todos los detalles, es una guía bastante útil de la
realidad. El mapa muestra cómo se relacionan los diferentes lugares y nos da una perspectiva general resaltando solo las características mas importantes, Los modelos son exactamente eso.

Mediante la simplificación de la realidad, se analizan menos datos, los mas importantes, para así lograr una mayor comprensión de ellos. De este modo los modelos permiten estudiar rigurosamente tanto los temas que están interrelacionados, como también tener una visión a escala global.

Lo parte omitida o no considerada en los modelos, sin embargo puede ser de vital importancia para la comprensión de una dimensión particular. Los modelos son por lo tanto, abstracciones útiles pero que siempre deben ser vistas con precaución. De hecho, la mayoría de los puntos de vista de la gente están basados en modelos, que en su mayoría son mas bien implícitos. Los supuestos y las relaciones involucradas pueden estar ocultas, quizás hasta de manera subconsciente.

En economía los modelos son explícitos ; los objetivos, las relaciones y los supuestos están
claramente especificados con el fin de que se entienda de que manera se han derivado las
conclusiones. Aunque los modelos pueden ser usados con éxito para prever futuros problemas, esto no siempre ha sido el caso.

En esta introducción, se presentan a modo ilustrativo, dos visiones que abarcan el conjunto de posiciones sobre el tema ;

a) Un modelo pesimista, y

b) Un modelo optimista.

Se destacan en ellos las relaciones claves que han permitido obtener las principales
conclusiones de los autores, a fin de confrontarlas la realidad. Las visiones pesimista y
optimista han sido elegidas de las muchas que existen, ya que definen, en cierta medida los
puntos extremos del espectro.
 

El modelo “pesimista”
 
Esta postura está bien reflejada en un ambicioso ensayo publicado en 1972 bajo el título de
“Limits of Groth” o “Los límites del crecimiento”. El trabajo se basa en una técnica conocida
como dinámica de sistemas y fue desarrollado por el profesor Jay Forrester del MIT,
Massachuset Institute of Thecnology. Forrester construyó un modelo computacional de gran
escala con el fin de simular los efectos de los avances y logros económicos y de sus impactos en varios posibles escenarios futuros.

Existen tres conclusiones principales de este estudio. La primera sugiere que dentro de un
lapso de cien años, de no haber mayores cambios en las relaciones físicas, económicas o
sociales que han gobernado el desarrollo mundial, la sociedad se verá privada de fuentes no renovables sobre las cuales está basada el desarrollo industrial. Cuando las fuentes se hayan agotado, el sistema industrial entrará en un colapso, lo cual se expresará en desempleo masivo, disminución de la producción de alimentos, y en un declive de la población a causa de las altas tasa de mortalidad. De darse ese escenario, no será obviamente una transición suave, no habrá una disminución gradual de la actividad. Más bien, el sistema económico consumirá mayores cantidades de recursos no renovables hasta su llegar a su total extinción.

La segunda conclusión indica que aproximaciones parciales a través de soluciones a problemas individuales, no tendrán ninguna posibilidad de éxito. Para demostrar este punto, los autores redoblan arbitrariamente los recursos disponibles estimados, lo cual le permite al modelo crear una visión alternativa basada en el aumento de los recursos disponibles.

En esta visión alternativa el colapso sigue ocurriendo, pero en este caso es provocado por la contaminación fomentado a partir de la mayor disponibilidad de recursos para el proceso
industrial. De todas formas, aunque se hayan superado los problemas descritos anteriormente, los autores sugieren que la población total habrá crecido lo suficiente para entrar en conflicto con la disponibilidad de alimentos. En este modelo, la modificación de un límite causa que el sistema choque consecuentemente con otro límite, generalmente con consecuencias desastrosas.

La tercera y última conclusión del estudio, es que el colapso solo pude ser evitado mediante el inmediato control de la natalidad y de la contaminación, así como mediante el freno al crecimiento económico. Solo existen dos vías : la auto restricción del crecimiento económico o la colisión con los límites impuestos por la naturaleza, lo que como ya se señaló, implica un grave colapso económico y social. En ambos escenarios el crecimiento económico cesará. La pregunta que cabe es si ello será resultado de una decisión o de una catástrofe.

La característica dominante del modelo es el crecimiento exponencial combinado con limites fijos. Mientras mayor sea el crecimiento, más rápida es la extinción de las fuentes naturales no renovables, creándose así las condiciones para el colapso.

Probablemente, el ejemplo más conocido de retroalimentación negativa a escala planetaria, es el dado por la teoría del científico inglés James Lovelock. Llamada la “Hipótesis de Gaia”, proveniente del concepto griego de la Madre Tierra, y sugiere que el planeta es un organismo vivo que cuenta con un complejo sistema de retroalimentación y un entorno físico y químico.

Las desviaciones de este medio ambiente óptimo acarrea mecanismos naturales, no humanos para restaurar dicho balance. En su esencia y de acuerdo a la “Hipótesis de Gaia”, el medio ambiente planetario es un proceso auto - regulado. El modelo de dicha hipótesis es incompatible con lo sostenido en “Limits to Growth”, ya que los autores sostienen que la actividad humana está en constante colisión con la naturaleza.

Descubrir hasta donde nuestras instituciones económicas y políticas pueden limitar o intensificar los emergentes problemas de medio ambiente, es ya una preocupación fundamental para nuestras sociedades en los años venideros.

El Modelo “Optimista”
Herman Kahn y sus colaboradores presentaron en un libro llamado “Los próximos 200 años :

Un escenario para América y el mundo”, una visión alternativa a la expuesta anteriormente. Se trata de una visión optimista basada en la continua evolución de una forma de progreso
tecnológico que sirve para disminuir los límites naturales hasta un punto tal en que éstos dejen de ser limitantes.

En la primera página de este libro, se dice ....”hace 200 años prácticamente toda la humanidad era poco numerosa, pobre y se encontraba a merced de las fuerzas de la naturaleza y dentro de 200 años más creemos que será numerosa, rica y con control sobre las fuerzas de la naturaleza“.

La senda del crecimiento de la población ya fue prevista por Kahn, quien la aproximó a una
curva logística en forma de S. Esta imagen sugiere que un observador omnipotente situado en el año 1976 vería cosas en extremo diferentes si se moviera en la escala del tiempo hacia el pasado o hacia el futuro. Una mirada retrospectiva nos revelaría un crecimiento exponencial de la población y una mirada hacia el futuro nos indicaría un crecimiento continuo, pero en constante declive de las tasas de crecimiento.

En 200 años más la población habrá aumentado en cuatro veces y el ingreso promedio por
persona, será de 20,000 U$D al año ( en dólares constantes ) , muy lejos de los 1,300 U$D que era el promedio de 1976. Kahn sostiene que interferir esta evolución natural no solo sería inseguro, sino además poco ético, ya que este proceso favorece tanto las economías y las naciones desarrolladas como las subdesarrolladas, y permite la disminución de las
desigualdades.

El modelo de Kahn es más cualitativo que el de “Los Límites del Crecimiento”, por lo tanto su estructura es menos específica. No es un programa computacional que simula el futuro. Kahn y sus colaboradores se han basado en escenarios que creían plausibles, verificando que los componentes fueran consistentes entre sí. El libro está lleno de explicaciones acerca de porqué el escenario elegido es razonable. La lista de razones incluye frecuentemente menciones a nuevas tecnologías que serán incorporadas a partir de un cierto momento.

Una de las fuentes del colapso que plantea el ensayo “Limits of Growht”, es la imposibilidad de mantener el equilibrio entre consumo y abastecimiento de alimentos. Kahn, en cambio, ve posible un crecimiento en la producción de alimentos, incluso con una eventual abundancia.

Esta visión sostiene que hay razones fundadas para tal optimismo;
1. En primer término los recursos físicos no serán una limitante para la producción efectiva
dentro los próximos 200 años,

2. Es perfectamente plausible lograr aumentos substanciales en la producción de alimentos
por medios convencionales y no convencionales, así como también la producción de
alimentos no convencionales producidos por medios no convencionales.

Este optimismo se funda básicamente en progreso tecnológico. En efecto, es posible aumentar la disponibilidad de recursos naturales mediante el uso de mejores sistemas de irrigación, de energía solar, etc. De igual forma la producción de alimentos convencionales se puede aumentar mediante mejores técnicas de cultivo y el empleo de semillas híbridas. Si la tierra se acaba, es posible también cultivar mediante sistemas hidropónicos, y por último, es posible crear y producir proteínas unicelulares como fuente viable de suplementos alimenticios.

Se sostiene una similar aproximación cuando se toca el tema del futuro de la energía.
Principalmente apuesta al desarrollo de la energía solar para mantener un alto nivel de actividad económica, además de la energía nuclear, gas obtenido del carbón, el aprovechamiento de las fuerzas eólicas y la fuerza termales de los océanos, entre otros.

1.3. Los Modelos Revisados y los Grandes Interrogantes
Los dos modelos usados en este capítulo han sido desarrolladas por personas especialistas provenientes principalmente del campo de las ciencias naturales, más que de las ciencias sociales. La diferencia mas importante entre ambas visiones, radica en el rol central que se le asigna al comportamiento humano en los modelos de las ciencias sociales, cuestión que en las ciencias naturales queda relegada a un plano secundario.

Para acceder a un modelo o punto de vista debemos considerar lo siguiente :

1. Está correctamente formulado y conceptualizado el problema respecto del crecimiento
exponencial de la economía y la existencia de restricciones en los recursos naturales? Tiene la tierra una capacidad de carga finita ?

2. En el caso que dichos límites existan, han sido éstos medidos correctamente, o bien como sostiene Kahn en su crítica a “Limits of Growth” las fuentes y los recursos para el
crecimiento se han tratado de manera miope ? Cómo se puede operacionalizar el concepto
de capacidad de carga ? Exceden las actividades económicas corrientes esta capacidad de
carga ?

3. Cómo responde el sistema económico a la escasez ? El proceso involucra retro
alimentación positiva ? se intensificaría o mejoraría la escasez inicial ? Es el síndrome de
exceso y colapso una imagen corriente que tendremos en el futuro ?

4. Cual es el papel del sistema político en el control de estos problemas ? En qué medida se hace necesaria la intervención gubernamental ? Es benigna esta intervención, o podría
empeorar la situación ? Cuál es el rol de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial ?

5. Dado que muchos de los problemas de medio ambiente tienen un nivel considerable de
incerteza respecto de la gravedad del problema y de la efectividad de las posibles
soluciones, cabe preguntarse si nuestros sistemas económicos y políticos están en
condiciones de responder a ello de manera razonable ?

6. Pueden los sistemas económicos y políticos erradicar la pobreza para a las futuras
generaciones ? O necesariamente ello implicará un conflicto entre el sacrificio entre los
niveles actuales de vida y el sacrificio de las generaciones futuras? Es posible armonizarse
objetivos de corto y largo plazo y como se puede lograr ? Qué implica en cuanto al futuro de la actividad económica en las naciones industrializadas y en las naciones menos
industrializadas ?

1.4. Temario
 
-. Analice y discuta las visiones “pesimista” y “optimista”. ¿Que alcance y limitaciones le ve a cada una de ellas ?

-. ¿ Cree posible el agotamiento de los recursos y el colapso del sistema ? ¿por qué?

-. ¿ o mas bien se inclina por la idea de un incremento inmanejable de la contaminación por
exceso de actividad económica ?

-. En su opinión.. ¿ hasta donde cree que el desarrollo de las ciencias y las tecnologías pueden resolver estos problemas?

-. ¿ Cree Ud., que nuestra institucionalidad está preparada para hacer frente a este tipo de
problemas en la magnitud y profundidad con que se presentan actualmente ?

-. Discuta los puntos de vista Malthusianos respecto de la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente.


MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO EN LATINOAMÉRICA


Javier Riojas R.

Iniciar una reflexión sobre algún aspecto relacionado con Latinoamérica siempre supone una serie de riesgos que es preciso esclarecer. Las grandes dimensiones geográficas de la región, la diversidad de paisajes, ecosistemas, contextos biofísicos del continente, hacen difícil pensar en una unidad relativamente homogénea desde el punto de vista exclusivamente de sus características naturales. Por otro lado, el tipo de relación que los habitantes de la región han desarrollado con respecto a ese medio, es decir, los recursos naturales, ha dado lugar a una gran diversidad de culturas y procesos socioambientales que, junto con la variedad de problemáticas políticas y económicas nacionales y las ubicaciones geopolíticas de los países, también resisten cualquier intención fácil de generalizar y unificar desde el punto de vista socio político esta realidad que llamamos América Latina. Sumando ambas dificultades, encontramos que esta región que comparte significativas características comunes (historia, lenguas, religiones, procesos de subordinación, razas...), se presenta también como un mosaico de procesos sociales y ambientales de muy diversa índole y como un entramado de contradicciones de diverso signo, donde deterioro ambiental y social no sólo parecen ir de la mano, sino a veces acompañándose sinérgicamente, en un torbellino difícil de aprehender y de encontrarle salida.

Así pues, apuntadas estas dificultades, describiremos y analizaremos los rasgos principales que tiene la crisis socioambiental latinoamericana, los procesos generales que nos permiten comprender la situación de la región como un todo, apuntando en su momento las especificidades. Se enfatizará la relación que existe entre las características naturales del espacio latinoamericano, los procesos poblacionales más significativos y los proyectos o modelos de desarrollo articuladores de los dos elementos anteriores, con la intención de acercarnos a un diagnóstico integrado de la problemática. El espacio de este trabajo impide el tratamiento exhaustivo del tema, por lo que la pretensión final de éste es más bien la de orientar un tipo de estrategia cognoscitiva del proceso latinoamericano, para valorar ponderadamente la crisis ambiental y social del momento y dar algunos datos y elementos ilustrativos de la misma.

EL ESPACIO BIOFÍSICO


La extensión territorial de Latinoamérica es de alrededor de veinte millones de kilómetros cuadrados, dependiendo si se consideran o no las islas del Caribe, ubicados en una franja de continente que va desde los 30 grados latitud Norte hasta los 55 latitud sur. Una masa de tierra que conglomera a los más distintos tipos de zonas ambientales, que incluyen desde las típicamente antárticos o subantárticos (en la parte más austral de Chile y Argentina) hasta zonas francamente desérticas (como el desierto de Chihuahua en México o el de Atacama en los Andes meridionales), pasando por las inmensas masas vegetales húmedas de las selvas tropicales, las grandes planicies llaneras, bosques templados en las áreas subtropicales, selvas de todo tipo y un variadísimo contorno altitudinal, le confieren a la región un patrimonio natural único en el mundo en cuanto a su diversidad y riqueza.

Latinoamérica es la región más húmeda del mundo. Sus ríos vierten al mar el 30% del total de las aguas continentales que desembocan ahí; asimismo, en el continente se encuentra la que se considera la región más seca del orbe: el desierto de Atacama donde, se dice, nunca ha llovido. Un refinado gradiente se encuentra entre ambos extremos, configurando el espectro ambiental más original del mundo. Esta gran diversidad de ecosistemas y habitats explican porque es el continente latinoamericano la región de mayor diversidad biológica del planeta, y también la zona de mayor incidencia de endemismo (especies que solamente se encuentran en ese sitio) en el mundo.

Según las estimaciones más recientes y confiables, se calcula en 180,000 el número de especies vegetales habitantes del área, cifra que es cuatro veces mayor que la del África tropical y Madagascar juntos, dos de las regiones del mundo con más diversidad biológica. Aún cuando no se conoce con la misma precisión la diversidad faunística latinoamericana, se deduce, a partir de la asociación de especies animales con las vegetales, que en Latinoamérica habitan también la mayor cantidad de especies animales de todo tipo del planeta. Seguramente, según los especialistas, la misma situación debe prevalecer en lo que se refiere a peces de agua dulce; sólo en la cuenca del Amazonas se han clasificado 2 mil especies distintas, dato sin precedente en el mundo.

La diversidad y riqueza de los ecosistemas costeros es también relevante en el continente. La disposición longitudinal del mismo, con la consecuente variación de temperaturas y corrientes marinas a las que se ve expuesto, determinan que en América Latina se ubiquen una inmensa variedad de regiones costeras de un gran valor ecológico y económico. Así, un gran porcentaje del total mundial de los manglares (zonas costeras claves para el desarrollo y reproducción de especies marinas, anfibios, aves y terrestres) y arrecifes de coral (ecosistemas de gran diversidad biológica y gran vulnerabilidad), están localizados en aguas latinoamericanas.

Este crisol de ambientes, ecosistemas y habitats que le confieren a Latinoamérica una riqueza natural única en el globo, está pasando de ser el mayor potencial de riqueza para el continente, a ser el tema de mayor preocupación, no sólo dentro de las fronteras de los países del área, sino también internacionalmente. A mediados de la década de los noventa, cuando el tema de la globalización —en este caso ecológica— está en cualquier agenda nacional o internacional, y la asunción de la idea de que el planeta tierra es finalmente el único y último patrimonio de la humanidad, la situación de los recursos naturales y del medio ambiente en general, independientemente de bajo la fronteras dentro de las que se ubique el problema, es un asunto de interés internacional.

El estado de salud en que se encuentran los recursos naturales de Latinoamérica justifican de sobra una preocupación global; algunos indicadores bastan para ilustrar esta situación:

  • El 50% del total de áreas tropicales que se deforestan cada año en el planeta es de bosques latinoamericanos; de los 11.3 millones de hectáreas de bosques tropicales que se pierden actualmente, 5.6 corresponden a selvas tropicales del área, esto es una superficie similar a la de Costa Rica. Un panorama similar ocurre con las selvas medianas y altas y con los bosques de coníferas, el ímpetu deforestador en nuestra región también ahí se hace sentir.
  • En los últimos treinta años, el área deforestada en Latinoamérica ha sido de unos dos millones de kilómetros cuadrados, es decir, una superficie equivalente a la del territorio mexicano. Este proceso de deforestación, que en la mayoría de los casos es para abrir nuevas tierras al cultivo o a la ganadería (tierras que no son aptas para tales usos), es la principal causa de la pérdida de biodiversidad en el continente. Como se sabe, la extinción de especies vegetales o animales es fundamentalmente consecuencia de la modificación o destrucción de sus habitats naturales; se alteran cadenas tróficas o relaciones de mutualismo u otro tipo de asociación y a raíz de la imposibilidad de adaptación al nuevo entorno, las especies desaparecen.
  • Un gran porcentaje de los ecosistemas costeros han sido modificados o francamente destruidos a consecuencia de desarrollos turísticos, urbanos o agrícolas mal planificados, que de diversas formas han impactado negativamente en estos ambientes. Así, estos ecosistemas de una gran importancia biológica y de un gran potencial económico, muchas veces se pierden sin haber sido siquiera conocidos o explorados; este es el caso principalmente de los manglares.
  • Se calcula que más de un 10% del territorio latinoamericano se encuentra en algún grado de erosión. Prácticas agrícolas inadecuadas y usos del suelo mal planificados están ocasionando una alarmante y grave pérdida de suelos cultivables, cuyo proceso de una eventual recuperación es o muy costoso o muy prolongado. Esta situación está íntimamente conectada con los tres fenómenos apuntados con anterioridad.
  • Sin que existan datos precisos pero con suficiente evidencia como para afirmarlo, la proliferación de productos químicos o sintéticos, tanto para la actividad agrícola como para la industrial urbana viene provocando serios y a veces ocultos daños a la calidad de las aguas para consumo humano o productivo, a la calidad del aire en numerosos centros urbanos del continente y a alimentos sometidos a procesos de producción, en los que utilizaran sin control los pesticidas y agroquímicos. A la par de estos problemas, tales productos químicos presentan serios riesgos tanto en su proceso de producción como en el de su transportación y manejo.
  • Aunados a estos problemas de corte fundamentalmente doméstico, los problemas ambientales de talante típicamente global, y el eventual cambio climático, la degradación de la capa estratosférica de ozono, el tráfico internacional de desechos peligrosos y su depósito en zonas de bajo control ambiental, la contaminación internacional de mares y océanos y la proliferación de plantas nucleares sin el debido monitoreo y control de su operación, se dejan sentir también en diferentes grados en los distintos contextos del continente, sea por los efectos que causan, o por las presiones y políticas internacionales para controlarlos.

Este panorama ambivalente, de una región con una gran riqueza y potencial ecológico por un lado, y graves problemas de destrucción o degradación de esa riqueza por otro, están íntimamente relacionados con los procesos de corte socio-económico como son la dinámica poblacional y las políticas de desarrollo de la región. Sin la consideración de estos elementos, también cada uno de ellos complejo, no se entendería ni se podría revertir el proceso de debacle socioambiental del continente. Se tratará en seguida lo más importante de cada uno de ellos.

LA DINÁMICA POBLACIONAL LATINOAMERICANA


Para entender la relación entre los procesos poblacionales (que incluyen los estrictamente demográficos pero que no se agotan ahí) y los vinculados con el deterioro ambiental en América Latina, habría que considerar cuando menos cuatro rasgos importantes de los primeros:

  1. El crecimiento absoluto de la población, que de 1950 a 1990 aumentó de unos 300 millones de personas a más de 450, lo 1990 aumento de unos 300 millones de personas a más de 450, lo que proyectado daría, de mantenerse el actual crecimiento demográfico, que en el año 2000 habrá alrededor de 600 millones de latinoamericanos. Esto trae aparejado un aumento en la demanda de recursos para satisfacer las necesidades mínimas (que en la mayoría de los casos no se logra) y un ocupamiento y transformación de áreas naturales ahora ocupadas por centros de población cada vez mayores.
  2. La concentración de la población en determinadas áreas, particularmente las grandes ciudades, que desequilibró la relación entre distribución de la población y ubicación de los recursos naturales, provocando una excesiva presión poblacional sobre las zonas sobrepobladas.
  3. Urbanización de la población resultado de las grandes migraciones campo-ciudad y entre centros urbanos, que llevó a un incremento en la demanda de bienes y servicios, provocando un aumento sin precedentes en el mundo en cuanto a la magnitud de este proceso. Asimismo se da como proceso concomitante el auge de la actividad industrial en contados y localizados centros industrializados del continente: ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires, Caracas, Santiago, como los más resaltantes.
  4. Abandono de la población rural en lo referente a estímulos para la producción y comercialización de sus productos, orillando a una gran masa de habitantes del agro a avanzar en la apertura de tierras al cultivo sobre terrenos no aptos para tal práctica (áreas selváticas principalmente), reforzando este fenómeno el de destrucción y mal uso de los recursos forestales.

Sin embargo, la comprensión del fenómeno poblacional, complejo de por sí, incluye además de los anteriores, otros procesos articulados (patrones de consumo, relación entre géneros, expectativas de desarrollo, y tendencias culturales) que aglutinados presentan un conjunto de tendencias interrelacionadas que finalmente impactan sobre el ambiente. El efecto negativo que tales fenómenos han tenido sobre el medio ambiente y los recursos de la región está condicionado por las políticas de desarrollo con las que se ha operado en esta segunda mitad de siglo en la mayoría de los países de América Latina; por ende, las alternativas que se produjeran para revertir el proceso de deterioro socioambiental latinoamericano debieran considerar esta relación.

POLÍTICAS Y PROCESOS DE DESARROLLO


Se podrían contar por decenas las voces que durante las últimas cuatro décadas han anunciado los proyectos, modelos o políticas de desarrollo para América Latina. Un continente que se ha catalogado dentro del archivo de los "subdesarrollados", en esta segunda mitad del siglo se ha empeñado en dejar tal categorización que se le ha impuesto, obstinándose, la mayoría de los casos, por desarrollarse o modernizarse. Así, han desfilado por la pasarela de los proyectos de desarrollo diversos apellidos para este mismo sustantivo: Desarrollo por sustitución de importaciones, Desarrollo estabilizador, Desarrollo compartido, alianza para el Progreso, Desarrollo con equidad, y así muchos más.

Por otro lado, a la par del desfile de los diversos proyectos, modelos o políticas de desarrollo, promovidos por los gobiernos de la región y en muchas ocasiones diseñados. financiados o presionados desde el exterior, también se han sucedido variadas corrientes críticas a los programas de desarrollo.

Se puede decir que en ambos casos, tanto en el diseño de las políticas de desarrollo predominantes como en las corrientes críticas a tales procesos, siempre ha estado permanentemente ausente la consideración sobre el medio ambiente y el uso sustentable de los recursos. Esto no es de extrañar ya que, hasta fechas muy recientes, los paradigmas del desarrollo económico y social consideraban, implícitamente, irrelevante esa dimensión. De esta forma, en el rejuego de discusiones y operación de los programas de desarrollo en América Latina, se dejaban ver los efectos de una teoría económica basada sobre presupuestos muy problemáticos para el medio ambiente. En los paradigmas dominantes de la economía, recurrentemente se consideraba a la naturaleza como una fuente inagotable de recursos dispuestos a ser extraídos, explotados o transformados por la actividad humana, para crear riqueza social; y además como un receptorio infinito de desechos que, los procesos naturales se encargarían de asimilar, transformar o de alguna forma "digerir", pero que nunca significaban un elemento a considerar para la economía y los procesos o programas de desarrollo.

En la orientación de esta dinámica, donde el criterio fundamental de éxito lo constituían indicadores como el crecimiento económico, PIB per cápita, y otros, tanto los recursos naturales como los efectos poblacionales agresivos no tenían relevancia significativa, aunque suponían la base material y humana del desarrollo.

Agregándose a la característica gravemente ecocida de la racionalidad de los programas de desarrollo latinoamericanos (con escasas y honrosas excepciones), se encontraba su carácter excesivamente sesgado e interesado en fomentar la acumulación de capital en el sector industrial urbano, generando una gran polarización de la población, y un distorsionado uso de los recursos, tanto por los sectores favorecidos por el proceso como por los empobrecidos a raíz de él; aunque no con la misma responsabilidad y sin encontrar el mismo beneficio por la destrucción ambiental. Así, ha llegado el momento de declarar la imposibilidad natural y la limitación ética para que este dinamismo de deterioro ambiental y degradación social continúe. Proyectado hacia el mediano plazo, la recurrencia de estas tendencias va a llevar necesaria e inevitablemente a un colapso socioambiental, como se ilustra en el primer apartado, de consecuencias irreversibles. Formulado en término más actuales, el proceso de desarrollo económico y social latinoamericano, la dinámica que sigue su población y el tipo de uso que se hace de una de las fuentes de riqueza biológica más importante del mundo es insustentable.

La búsqueda de un tipo de desarrollo que pudiera llamarse sustentable, para Latinoamérica, necesariamente debe involucrarse en esta complejidad. La idea fundamental del desarrollo sustentable implica una consideración de los intereses de las generaciones futuras, "es el tipo de desarrollo que busca satisfacer las necesidades de la generación presente, sin comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las propias"; pero también implica una consideración intrageneracional, es decir, que si no se toma en consideración que la generación presente satisfaga sus propias necesidades, principalmente la de los más pobres, es probable que se comprometan los recursos para los ciudadanos futuros.

En América Latina esto último es fundamental. Sin duda una de las principales causa del deterioro socioambiental, si no es que la principal, es la polarización exacerbada de las sociedades de la región. Mientras la mitigación de la opulencia y la miseria no vaya encontrando mecanismos efectivos de resolución, será difícil pensar en la sustentabilidad del continente. Además de los otros muchos problemas que abre esta crisis. En la actualidad se vienen gestando diversos mecanismos técnicos, institucionales, organizacionales y académicos que quieren apuntar hacia la colaboración para el desarrollo sustentable. Dentro de la gama de estos mecanismos, destaca la necesidad y la urgencia de mecanismos legales y normativos que acoten el espacio de degradación socioambiental cada vez más, de manera que la contaminación y degradación de los recursos se ubique en márgenes sustentables. En este marco, la ciencia jurídica tiene un inmenso trabajo por realizar: la filosofía del derecho, la teoría del derecho, la elaboración de normas y procedimientos concretos que señalen, desde el ámbito de lo legal el camino a transitar para la sustentabilidad del desarrollo son un rico campo de crecimiento para los juristas latinoamericanos. Las posibilidades de un futuro social y ambiental más equitativo y más amable con nuestra naturaleza, atraviesan necesariamente este ámbito tan importante.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS


La orientación de esta reflexión y las ideas fundamentales de la misma fueron inspiradas en el trabajo:

"Desarrollo y Medio Ambiente en América Latina y el Caribe: una visión evolutiva". Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Agencia Española de Cooperación Internacional y Ministerio de Obras Públicas de la Secretaría General del Medio Ambiente. 1990. Trabajo elaborado por el Dr. Fernando Tudela, el Dr. Víctor Manuel Toledo, el Dr. Arsenio Rodríguez y el Dr. Raúl Brañes.

Asimismo se consultaron los siguientes trabajos:

"Nuestra propia Agenda". Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe. 1990
"Ecología y subdesarrollo en América Latina". Santiago Olivier. Ed. Siglo XXI. 1984.

LAS CULTURAS INDOAMERICANAS Y SU RELACION CON LA NATURALEZA.

La flora y la fauna americanas se fueron configurando hace unos 500 millones de años, mucho después del surgimiento del planeta Tierra, cuyos primeros indicios de vida se remontarían a unos 3.000 millones de años.9 En el período de los reptiles las tierras se subdividieron en dos grandes continentes: Laurasia (que comprendía América del Norte, Groenlandia y Eurasia) y Gondwana (que abarcaba América del Sur, Africa, Oceanía y la Antártida).10

América del Sur estaba conformada por dos sectores emergidos y un mar interior ubicado en lo que hoy conocemos como cuenca amazónica. A fines del mesozoico o era secundaria surgió la cordillera de la costa, apareciendo los primeros mamíferos; a comienzos de la era terciaria surgieron los relieves de la Cordillera de los Andes y posteriormente el relieve venezolano actual. Gabriel Pons sostiene que "Centroamérica no fue realmente como es. Durante las eras primaria y secundaria parece que estaban unidos Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Jamaica con Honduras y México. Más tarde, en las eras terciaria y cuaternaria, apareció el vulcanismo y con él emergió la costa del Pacífico".11

La flora americana, que surgió de estos ecosistemas en permanente modificación, fue determinante en el tipo de vida de los primeros seres humanos que cruzaron por el estrecho de Berhing hace más de 50.000 años. La fauna era pobre en cuanto a animales de carga, salvo la existencia de una variedad de caballos que luego se extinguió.

Estos pueblos cazadores-recolectores se adaptaron al medio, sin afectar la autorregulación del sistema. No destruían masivamente las selvas ni las plantas. No exterminaban las especies animales sino que consumían las que eran imprescindibles para subsistir, pues tenían una etología propia respecto de la naturaleza. Si en algún caso la recolección de frutos y la caza llegaban a afectar el balance ecosistémico, el daño era pronto reparable por cuanto estos pueblos, que eran nómades, abandonaban el lugar, facilitando el proceso de autorregulación del ecosistema. No es nuestra intención idealizar a estos pueblos ni presentar una imagen de plena

armonía entre ellos y la naturaleza, pero el análisis histórico muestra que en esta fase no se registraron acciones humanas que desencadenaras alteraciones ecológicas irreparables.

En el tránsito a la sociedad agrícola, que en América se produjo hacia el quinto milenio antes de nuestra era, introdujo cambios significativos en los flujos energéticos. El inicio de la producción agraria permitió un cierto control de la transferencia de energía. La sociedad agroalfarera comenzó a ejercer un dominio, aunque todavía relativo, de las cadenas tróficas, aumentando, mediante la domesticación de los animales, los consumidores secundarios. Los seres humanos descubrieron que a través del proceso agrícola y la domesticación de animales podían "almacenar energía metabólica".12

En este inicio del proceso de control de energía, las culturas agroalfareras utilizaron como principales fuentes energéticas la quemazón de leña, instrumentos para aprovechar el viento, la energía animal y humana y, fundamentalmente, el regadío artificial, que fue uno de los primeros manejos de una fuente energética no metabólica. Estos pueblos tenían una dieta equilibrada: combinaban las proteínas provenientes de los pescados, la llama, el guanaco y otros animales, con hidratos de carbono como la yuca y la papa. El maíz, base de la dieta de la mayoría de las culturas indoeuropeas, era un alimento bastante completo, aunque no dispusieron de leche de ganado vacuno y ovino. Asimismo, la ausencia del buey y del caballo impidió un mayor uso de la energía animal.

En la búsqueda de mejores tierras los pueblos agroalfareros hicieron las primeras quemazones y talas de árboles. Fue el comienzo de la alteración del ambiente americano, pero dada su escasa magnitud no alcanzó a provocar desequilibrios ecológicos significativos. Según Lutzenberg, "la roza del indio complementaba apenas el producto de la caza y los frutos silvestres, obtenidos en esquemas de explotación permanentemente sostenibles, sin degradación del ecosistema".13

Esta apreciación es compartida por Sanoja y Vargas en sus estudios sobre Venezuela: "La técnica del cultivo más sobresaliente y difundida entre la formación agricultora es la denominada roza y quema o agricultura itinerante (...). Geertz, al analizar el problema de la agricultura de roza y quema en términos ecológicos, plantea que la característica positiva más sobresaliente de dicha técnica es la de estar integrada a la estructura del ecosistema natural preexistente, a la cual, cuando es de naturaleza adaptativa, ayuda incluso a mantener, Cualquier forma de agricultura del ecosistema dado de tal manera que se pueda aumentar el flujo de energía que necesita el hombre para subsistir".14

A través de los motivos cerámicos y de los grabados en metal estos pueblos expresaban su estrecha relación con la naturaleza, un esfuerzo de la mente humana por encontrar una explicación del mundo y de la vida, para luchar contra lo desconocido apelando a las fuerzas de la naturaleza y, al mismo tiempo, tratando de controlarlas. Arnold Hauser sostiene que "la visión que la magia tiene del mundo es monística; ve la realidad en la forma de un conglomerado simple, de un continuo ininterrumpido y coherente (...). La pintura era al mismo tiempo la representación y la cosa representada, era el deseo y la satisfacción del deseo a la vez. Era justamente el propósito mágico de este arte el que lo forzaba a ser naturaleza".15

La conformación de los imperios inca y azteca produjo nuevas alteraciones en los ecosistemas americanos. Gran parte de la organización social se estructuró en torno al regadío artificial: construcción de terrazas, desecación de pantanos, canales y andenes para facilitar la circulación del agua destinada a la producción agraria. La orientación compulsiva de esos embriones de burocracia estatal, que forzaban a una mayor tributación de los pueblos sometidos con el objeto de aumentar el excedente económico, condujo a las primeras alteraciones serias de los ecosistemas naturales.
La cultura azteca y la incaica se diferencian en que la primera hizo uso del excedente de agua en un medio anegadizo, llegando a crear las famosas "chinanpas", y la segunda en un medio árido. Ambas sociedades conocían el sistema de abono, la rotación y selección de suelos, el tratamiento bioquímico de las semillas, la previsión meteorológica y prácticas alimentarias con conocimientos del poder nutritivo de las plantas y animales, que permitieron a los incas alcanzar una dieta per cápita de más de 2.400 calorías, relativamente superior a la de algunos pueblos latinoamericanos del siglo XX.


En aquella época surgieron ciudades como Teotihuacán, con más de 100.000 habitantes, Lubaatún con cerca de 50.000 y El Cuzco con más de 2.000, revolución urbana que nos plantea varias reflexiones: ¿qué diferencia hubo entre estas ciudades aborígenes y las que surgieron durante la época colonial y republicana respecto de los impactos ambientales? ; ¿pueden las ciudades aborígenes americanas ser consideradas ecosistemas?

La mayoría de los ecólogos estiman que las ciudades no constituyen ecosistemas porque básicamente no tienen autarquía, no se autorregulan y, por lo tanto, dependen de flujos de energía ajenos. En tal sentido, las ciudades serían ecosistemas artificiales o fallidos.16

A nuestro juicio las ciudades aborígenes indoamericanas no tenían un alto grado de consumo energético importado. Cada una de ellas tenía muchos árboles, plantas, lagunas, arroyos y otros componentes autotróficos que proporcionaban energía propia. La ciudad indígena tenía entrada y salida propia de energía, constituyendo una unidad indisoluble con el campo. El consumo de agua era elevado como consecuencia del regadío artificial, pero aquellas ciudades, a diferencia de las actuales, no tenían salida de agua contaminada ni desechos imposibles de reciclar.

A los efectos de precisar la caracterización de estas ciudades indoamericanas como ecosistemas con autarquía energética propia.17 Sería interesante hacer un estudio comparativo con las ciudades griegas y romanas y entre éstas y las de la época moderna para comprobar en qué momento comenzaron a convertirse en "heterotróficas", es decir, en importadoras masivas de flujos energéticos. En síntesis, se trata de estudiar la ciudad en su proceso histórico para analizar en qué fase fue un ecosistema y cuándo dejó de serlo para convertirse en un ecosistema artificial. Este estudio podría arrojar interesantes conclusiones no sólo sobre el pasado sino también acerca del futuro de las ciudades, en función de una adecuada estrategia de planificación ambiental, obviamente en una sociedad alternativa a la actual.
EL DETERIORO AMBIENTAL DURANTE LA

COLONIA Y LA REPUBLICA


Nuestra base ecológica condicionó en gran medida el tipo de colonización. La diferencia entre la colonización inglesa de Norteamérica y la colonización hispano-lusitana de Meso y Sudamérica no estuvo determinada por el llamado "espíritu de la raza" sino por los ecosistemas diversos, los distintos medios geográficos, las riquezas minerales y la disponibilidad de mano de obra que encontraron los respectivos conquistadores.
Los ingleses que colonizaron la zona este de lo que son actualmente los Estados Unidos hallaron una naturaleza poco feraz, ríos que se desbordaban arrasando los cultivos y una población indígena que no pudieron doblegar y explotar desde el conocimiento. No encontraron metales preciosos ni una agricultura con regadío artificial como la de los mayas, incas y aztecas. A los ingleses del Mayflower les hubiera regocijado descubrir oro, como a los españoles, pero -sostenía Charles Beard- "la zona geográfica que cayó en sus manos no rindió al principio el precioso tesoro".18


En cambio los españoles encontraron una región exuberante en vegetación, metales preciosos, zonas cultivadas con regadío artificial y abundante mano de obra que explotar. Uno de los motivos de la rápida y fructosa colonización española fue el grado de adelanto agrícola, alfarero y minero que habían alcanzado los aborígenes.

Los españoles aprovecharon las bases ecológicas para sus fines colonizantes expoliaron la naturaleza y la mano de obra indígena. El ecosistema comenzó a deteriorarse aceleradamente con la instauración de una economía interesada exclusivamente en la exportación de metales preciosos y, más tarde, de productos agropecuarios y mineros. Los enclaves mineros, como la fabulosa mina de plata de Potosí, constituyeron centros económicos que aceleraron la tal de árboles para las fundiciones. Las explotaciones agrícolas de un solo producto, como el cacao, el trigo, el azúcar, etc., agravaron los desequilibrios ecológicos porque los ecosistemas se hicieron más vulnerables. Es sabido que la diversidad es una de las principales virtudes que garantizan la estabilidad de los ecosistemas. Con la monoproducción implantada por los españoles y

portugueses los ecosistemas americanos comenzaron a hacerse más frágiles a medida que se consolidaba la economía de exportación de los colonialistas.

La fauna del Caribe y del Pacífico también fue afectada por la voracidad de los comerciantes ingleses, holandeses y norteamericanos. En efecto -dice Pedro Cunill-, bordeando el Cabo de Hornos, en 1788 los barcos arponeros norteamericanos e ingleses iniciaron la captura de cetáceos frente a las costas chilenas, llegando más tarde hasta la costa peruana (...). Estimamos que entre 1788 y 1809 más de cinco millones de estos lobos marinos fueron exterminados."19

Las ciudades coloniales más grandes como Bahía, Recife, La Habana, Veracruz, Portobelo, Buenos Aires, Montevideo, Valparaíso y El Callao se desarrollaron en función de la economía de exportación. Estas ciudades cambiaron el paisaje y alteraron, en parte, el ambiente al constituirse en los primeros ecosistemas no naturales que aparecieron en el espacio latinoamericano. La sociedad humana comenzó a girar en torno al ecosistema no natural, haciéndolo cada vez más dependiente de los flujos energéticos externos. Paralelamente se fueron abandonando y aplastando las formas de convivencia integrativas al ambiente practicadas durante siglos por las comunidades aborígenes.

Durante la época republicana se acentuó el deterioro ambiental, porque la clase dominante criolla reforzó la economía de exportación agropecuaria y minera. La división internacional del trabajo, acelerada por la Revolución Industrial, agudizó el proceso porque en el reparto mundial impuesto por las grandes potencias a nuestros países, formalmente independientes, les correspondió desempeñarse sólo como meros abastecedores de materias primas básicas e importadores de productos industriales.

Así fue reforzado el carácter monoproductor, afectando la diversidad de los ecosistemas. Se aceleró la devastación de bosques con el fin de habilitar tierras para la economía agroexportadora y utilizar la madera para las fundiciones de cobre y plata. La propiedad territorial, concentrada en grandes latifundios, fue dedicada a la crianza masiva de ganado o al cultivo de determinados cereales y plantaciones, consolidándose un subsistema agrícola de escasa diversificación.20

Durante el siglo XIX las empresas azucareras del Caribe arrasaron los bosques, especialmente de Cuba, mientras la burguesía minera devastó parte de las reservas forestales de México, Perú, Bolivia y Chile. También fue afectada la fauna terrestre, proceso que se puede ejemplificar -dice Cunill- con la "chinchilla, pues entre 1895 y 1900 se exportaron más de 1.685.000 pieles de los parajes de Vallenar y Coquimbo (...).A los pocos años estaba exterminada".21

La expoliación de los ecosistemas estuvo en función de las ciudades y puertos por donde salía y se procesaba la economía agrominera exportadora.

LA CRISIS ECOLOGICA DEL SIGLO XX

El proceso de industrialización por sustitución de importaciones, acelerado en América latina desde las décadas de 1930 y 1940, fue uno de los principales desencadenantes de la crisis ecológica más grave de nuestra historia. El desarrollo macrocefálico de las grandes ciudades generó graves problemas de transporte, vivienda, agua, luz y comunicaciones. La industrialización y la urbanización masiva provocaron un elevadísimo consumo de energía. Las nuevas pautas del consumismo aceleraron el gasto energético, prohibiendo la adquisición de los más variados y superfluos artefactos eléctricos.

La crisis ambiental se ha agravado en las últimas dos décadas a raíz de la instalación de industrias altamente contaminadas y de reactores nucleares por parte de las transnacionales, que desplazan dichas industrias desde las metrópolis imperialistas hacia las naciones del Tercer Mundo con el fin de obtener mejores tasas de ganancia y, al mismo tiempo, acallar en esos países los movimientos ecológicos de protesta contra la radioactividad. Mediante esta nueva relocalización industrial a muchas empresas les "resulta ya más fácil y barato trasladarse a los países en desarrollo que instalar el costoso equipo para controlar la contaminación, que sería necesario de continuar en sus países de origen".22

Las naciones altamente industrializadas están convirtiendo a nuestros países en depósitos no sólo de productos tóxicos sólidos sino también en basureros nucleares. Al mismo tiempo ya se han instalado reactores nucleares en Brasil, México, la Argentina y Venezuela. De este modo, América latina ha entrado en la era del peligro radiactivo en gran escala, como ya ha sucedido en Estados Unidos, en Europa occidental y oriental (Chernobyl) en 1987, en Brasil (Goiania) con la contaminación del isótopo radiactivo cesio 137.

La deforestación continúa a un ritmo galopante en América latina: entre 5 y 10 millones de hectáreas anuales. Uno de los mayores ecocidios se está cometiendo en la selva amazónica, el principal abastecedor de oxígeno del mundo. Según el Dr. Kerr, director del Instituto de Investigaciones de la Amazonía, en los próximos veinte años se habrá extinguido la parte fundamental de las selva que provee la quinta parte del oxígeno al mundo, el 15 por ciento del agua dulce y tercera parte de la madera del mundo. Las transnacionales han invadido la selva amazónica en busca de minerales, madera y nuevas tierras para la explotación ganadera y la agroindustria, levantando aeropuertos y ciudades artificiales en esta zona que, paradójicamente, ha comenzado a llamarse "el desierto rojo del Amazona".

Esta devastación del Amazonas ha modificado el régimen de lluvias, acelerando el desbordamiento de los ríos tanto en el Brasil como en el Paraguay y la Argentina.

La contaminación del aire es ya crítica, al punto que varias ciudades -como San Pablo- han sido declaradas en estado de emergencia debido a la nube formada por los miles de toneladas de gases de monóxido de carbono expedidas por más de un millón de vehículos y cerca de 100.000 fábricas. En marzo de 1985 los científicos mejicanos declararon que la contaminación atmosférica de Ciudad De México estaba casi al límite (97,5 por ciento), pronosticando que para el año 2000 no habrá posibilidades de seguir habitando en esa ciudad.23 Más preocupante aún es el descubrimiento en la zona austral de un "agujero" en la capa de ozono que protege a la Tierra de los rayos solares ultravioletas.

La contaminación de las aguas marítimas ha provocado la extinción de muchas especies y el casi agotamiento de la pesca de camarones, sardina y langosta. Los derrames de hidrocarburos han sido la principal causa de esta contaminación, tanto en los mares como en los ríos y lagos. Uno de los reservorios de agua dulce más grande de América latina, el lago Maracaibo, está totalmente degradado, al igual que los ríos Orinoco y Caroní.24

Las tierras agrícolas han sufrido un grave deterioro a raíz del desarrollo del capitalismo agrario en las últimas tres décadas. Casi todos los ecosistemas naturales han sido intervenidos, convirtiéndose en agrosistemas con una alta mecanización a base de grandes flujos energéticos, especialmente petroleros. La "revolución verde" debería llamarse "revolución negra" porque se ha implementado gracias a un oso desmedido de petróleo, aprovechando su bajo precio hasta principios de la década de 1980. Una trampa biológica de la "revolución verde" y de sus cereales de alto rendimiento es la reducción en la diversidad genética de los cultivos: los llamados híbridos, es decir, nuevas plantas obtenidas mediante la cruza de especies, tienen elevados rendimientos, aunque con una base genética estrecha. Los cultivos son más susceptibles a las plagas debido a la uniformidad biológica y a que grandes extensiones de terrenos están sembradas del mismo producto, especialmente aquellos destinados a las empresas agroindustriales.

El uso de plaguicidas a destajo ha provocado no sólo desequilibrios ecológicos en el campo sino también graves repercusiones en la salud de la población, sobre todo por el uso del DDT. Este crimen de las transnacionales que venden el DDT es consciente, porque dicho producto está prohibido en Estados Unidos y Europa. Un testimonio campesino, titulado "¿Y cómo no tener cólera?", decía en Ecuador: "Oímos lo que dicen señores instituciones, pura universidad, puro ingenieros y siguiendo a ellos compramos abonos y gastamos tanta plata. Y en este tiempo el abono nos viene más flojo, caído las fórmulas. Un año se pone abono y sale bueno. Otro año, con el mismo abono se pierde. Y más está pasando. Están tinturando la arena y vendiéndonos como furadan. Y en el DDT le ponen harina flor".25

La sobreutilización de los suelos, el sobrepastoreo y la devastación de los bosques ha acelerado la erosión a casi el doble en los últimos treinta años, con lo cual ha aumentado la sedimentación de los ríos; disminuye así el potencial de riego.
LAS CORRIENTES ECOLOGICAS


La crisis ambiental contemporánea ha dado lugar a la formación de nuevas corrientes de pensamiento que hacen -en general- ideología, es decir, inversión de la realidad al servicio de una determinada clase o fracción de clase.
Algunos teóricos burgueses han intentado presentar una visión apocalíptica de la crisis ecológica. Esta posición catastrófica, estimulada por el libro Los límites del crecimiento de Meadows y el informa del Club de Roma (1972) cae en el idealismo objetivo. La crisis ambiental es gravísima, pero uno se pregunta qué se esconde detrás de este "terrorismo ecológico". Quizá el interés de obligar a un mayor sacrificio a los países dependientes, a controlar la natalidad hasta métodos de esterilidad forzada, exagerando el llamado crecimiento exponencial de la población que conduciría a la imposibilidad de alimentar tantas bocas en un mundo en que ha bajado proporcionalmente la producción agropecuaria.


Tomando en cuenta sólo un criterio economicista, se ha llegado a plantear el "crecimiento cero" y a manifestar la imposibilidad de que la sociedad socialista alcance la plenitud material. Mandel ha señalado que "la referencia a la ‘inalcanzabilidad’ de la plenitud como último argumento contra el socialismo-comunismo -¡bien conocida ya en el siglo XIX!- ha sido reavivada por los discípulos de ‘la escuela del crecimiento cero’ y por los ecológistas que argumentan que, con una población mundial hipotética de 10.000 millones de personas, la abundancia de bienes materiales sería físicamente imposible o bien provocaría una catástrofe en el ambiente".26

A nuestro modo de entender, el concepto de plenitud va más allá de la abundancia material y del consumismo, tiene directa relación con la salud, la cultura y la libertad integral en una sociedad sin clases y sin Estado opresor.

Los teóricos del "terrorismo ecológico" quieren hacer creer que toda la población es responsable de la contaminación. Por eso financian campañas publicitarias: para que la gente compre productos destinados a evitar aspectos superficiales de la contaminación, ocultando la verdadera raíz de la crisis ambiental. Se da así la paradoja de que los responsables de la comunicación aumentan se tasa de ganancia vendiendo artículos descontaminantes. Se instrumentan campañas para poner de manifiesto que "todo el mundo contamina, el verdadero culpable es usted, soy yo, es la empleada doméstica, más que la fábrica. Ciertamente, todos somos responsables, poco o mucho, pero ¿quién nos ha vendido el detergente no biodegradable, el pesticida, la bencina, el envoltorio plástico?".27 Contaminar para descontaminar y descontaminar para contaminar se está transformando en un nuevo negocio para los capitalistas.

También existe un cierto "ecologismo" demagógico de los ideólogos burgueses, que pretende arrebatar ciertas banderas al auténtico movimiento ecologista, parloteando acerca de la contaminación y del conservacionismo.

No obstante su carácter reformista, el movimiento conservacionista fue el primero en formar conciencia relativa acerca del desastre ecológico. Sin embargo, algunos sectores sólo ponen acento en el valor económico de los recursos naturales.

Por otra parte, se ha desarrollado una importante corriente de pensamiento que hace una despiadada crítica al hombre como depredador sempiterno de la naturaleza. Sus aportes son relevantes para la comprensión del comportamiento del hombre en relación a la naturaleza, como estimamos que se deberían tomar en cuenta las diversas fases del proceso histórico de la sociedad humana, porque no es igual la actitud ante la naturaleza del aborigen de la sociedad sin clases que la del ejecutivo de una transnacional.

Por consiguiente, es necesario considerar las responsabilidades de las clases dominantes, a través de la historia, en la depredación de la naturaleza, señalando claramente que el sistema capitalista, desde la primera Revolución Industrial, ha provocado los desastres ecológicos más significativos, y que solamente el hombre podrá superar la crisis ambiental en un nuevo tipo de sociedad.

Es correcto afirmar que la mayoría de las sociedades humanas han deteriorado el ambiente; pero para no diluir lo concreto en lo abstracto, hablando en general del hombre, habría que señalar taxativamente que el incremento del flujo de energía está en relación directa

con el proceso de acumulación capitalista mundial. El aumento de la composición orgánica del capital, en favor del capital constante, ha determinado un consumo de energía jamás registrado en la historia para hacer funcionar la moderna maquinaria. La internacionalización del capital ha acelerado el flujo de energía también en los continentes asiático, africano y latinoamericano, agotando los recursos renovables, artificializando los ecosistemas, devastando bosques y contaminando el ambiente con las fábricas levantadas en las macrocefálicas urbes.

Otros caen en un dogmatismo energético, sin considerar qué clases sociales tienen el control de la energía, de sus usos y abusos, y cómo los flujos energéticos están mediados por las relaciones de poder.

Como reacción ante el deterioro ambiental provocado por la sociedad industrial urbana se ha desarrollado una corriente premunida de una concepción metafísica de la naturaleza, que postula la vuelta a la sociedad agraria, posición idealista que se desliza hacia un naturalismo ingenuo sin destino. Es un hecho objetivo que la naturaleza no es la misma del pasado y que ha sido profundamente transformada por la sociedad, en especial capitalista, mediante la inversión de casi todos los ecosistemas naturales.

En América latina todavía no hay fuertes movimientos ecológicos de protesta como en Europa. Sin embargo, en los lugares donde han comenzado a estructurarse, como Brasil, México y Venezuela, contribuyen en forma significativa a la creación de una conciencia ambiental y a poner de manifiesto las lacras del sistema capitalista. Estos movimientos son potencialmente revolucionarios porque cuestionan no sólo el sistema de producción sino también la vida cotidiana generada por la sociedad industrial. Al decir de Michel Bosquet, "la lógica de la ecología es la negociación pura y simple de la lógica capitalista".28

Otros autores plantean que la ecología ha superado la teoría de la lucha de clases, pareciendo no advertir que la crisis ambiental acelerada por el sistema capitalista sólo será superada a través del proceso de la lucha de clases, del enfrentamiento entre la clase explotada y la explotadora, principal responsable del grave deterioro ambiental.

Es más urgente que nunca dar respuesta teórica, programática y política a la crisis ambiental partiendo de una clara concepción acerca de la totalidad constituida por la naturaleza y la sociedad humana. En definitiva, en torno a esta cuestión clave -que sólo será resuelta en el terreno de la lucha de clases- se está jugando la supervivencia de la humanidad. El dilema "socialismo o barbarie" planteado por Rosa Luxemburgo está más vigente que nunca.

Es innegable que los marxistas han descuidado el estudio del ambiente y han sido sorprendidos -al igual que otros- por la gravedad de la crisis ecológica. Muchos han reaccionado a la defensiva, negando la trascendencia de esta crisis o denunciando a los grupos ecologistas como movimientos diversionistas que distraen la atención de las tareas de la lucha de clases, como si la crisis ambiental provocada por la burguesía estuviera al margen de la lucha de clases.

Uno se pregunta si esta falta de respuesta de los PC y de los grupos pro chinos a la problemática ambiental y su negativa a respaldar los movimientos ecologistas se debe a que en la URSS, los países del este de Europa y China existen similares problemas ambientales desencadenados por la puesta en marcha de plantas de energía nuclear y otras altamente contaminantes. En la URSS no se ha inventado todavía una tecnología distinta de la del capitalismo, que no altere el funcionamiento sano de los ecosistemas, falencia que se puso de manifiesto en el reciente desastre de Chernobyl.

Francisco Mieres -uno de los principales ambientalistas de Venezuela- ha señalado que los países del llamado "socialismo real" se han visto "subyugados por los mágicos sortilegios del industrialismo y, lo que es más grave, que ello se ha convertido en uno de los obstáculos más duros para su avance y para el despliegue de un movimiento socialista genuino y pleno (...). Hubo que desencadenar (en la URSS), con apoyo en la colectivización forzosa y con métodos extremadamente centralizadores, una verdadera revolución industrial desfasada y condensada (...). Se dan consecuencias similares a las que provoca la industria capitalista sobre el ambiente, con las secuelas de contaminación y agotamiento precipitado de recursos no renovables, así como modernización mecánica de la agricultura, con agravio a menudo del potencial reproductivo del suelo y aguas y con notorias dificultades para asegurar el abastecimiento alimenticio esencial. La creencia en la neutralidad social y ambiental de la

técnica así como en su omnipotencia frente a cualquier problema, ha conducido frecuentemente a copiar o adoptar procedimientos y equipos foráneos, sin reparar en sus secuelas humanas ambientales, las que a menudo sólo se revelan contraproducentes a largo plazo, cuando el daño está hecho, a veces a manera irreversible (...). Este cuadro sociopolíticoambiental difícilmente puede constituir el óptimo para un socialista. Sólo se puede aceptar y comprender como prehistoria del socialismo, como fase de transición que necesariamente debe ser superada substancialmente para asistir al advenimiento del socialismo pleno y genuino".29

Luego de haber alentado un modelo de desarrollo basado en la industrialización por sustitución de importaciones, la CEPAL, reconoce que no advirtió a tiempo el deterioro ambiental que iba a provocar el crecimiento urbano industrial. En lugar de hacerse una autocrítica de su proyecto desarrollista, uno de los teóricos, Aníbal Pinto, ha confesado en 1979: "para un economista de mi generación, como para muchos que están en los escalones siguientes, resulta inverosímil que durante tanto tiempo haya pasado desapercibido, sin introducirse ni siquiera tangencialmente en nuestras discusiones, esta relación vital entre el hombre-medio o sociedad-entorno físico (...). Absorbidos algunos economistas por las relaciones entre clases e individuos, y otros por el fetichismo mercantil. Habían dejado de lado ‘el pequeño detalle’, como habría dicho un contexto finito y en persistente agotamiento o deterioro".30

Sin embargo, este barniz ambientalista no llega al fondo del problema. Sólo se hace para proyectar un desarrollismo que considera el "medio ambiente" y la "variable" o dimensión ambiental, con la finalidad de que el desarrollo provoque el mínimo impacto ecológico.

Antes que nada, es necesario aclarar que el ambiente no es "medio", sino la totalidad constituida por la naturaleza y la sociedad humana. Por eso, es un error hablar de medio ambiente; la palabra "medio" debe utilizarse en relación a medio natural, medio geográfico, etcétera. Es también incorrecto emplear el término "variable ambiental" porque el ambiente no es ninguna variable sino el todo. El ambiente no es una variable del desarrollo económico sino a la inversa. No se trata de incorporar esta nueva "variable" al análisis económico, sino de enfocar globalmente el ambiente en el cual está incluida la sociedad humana y sus diversas manifestaciones sociales, económicas, etcétera.

Cuando los teóricos de la CEPAL se refieren a la necesidad de incorporar la dimensión ambiental, quieren expresar que toda planificación económica debe contemplar la "variable" ambiental. En rigor, debería partirse de la planificación ambiental y dentro de ella considerar la variable económica. Pero la CEPAL no plantea el problema de esta manera porque le interesa fundamentalmente el "crecimiento sin deterioro" o lo que otros organismos internacionales han denominado "el desarrollo con el mínimo daño permisible", modelo de por sí falso, ya que es el actual tipo de desarrollo capitalista el que precisamente ha conducido a la crisis ambiental más grave de la historia.

Los teóricos de la CEPAL están ahora preocupados porque ha entrado en crisis el modelo de desarrollo que se fundamentaba en la seguridad de un crecimiento exponencial, sin advertir que los recursos naturales eran limitados y, en gran parte, no renovables. Está en crisis el tipo de crecimiento urbano-industrial y la confianza en que la tecnología y la ciencia podrían resolver todos los problemas, inclusive el deterioro ecológico.

Ahora la CEPAL sugiere que América latina dependa menos del petróleo, desarrolle tecnologías que permitan un mayor uso de mano de obra, estimule un mayor reciclaje de los desechos, administre los recursos naturales, instituya formas administrativas más descentralizadas a través del apoyo a las comunidades locales, detenga el consumismo y la expansión de las ciudades.31

Estas medidas no podrán ser implementadas por el régimen burgués latinoamericano, porque si los países altamente industrializados no han encontrado sustitutos del petróleo, menos lo podrá hacer el capitalismo dependiente. Menos chance aún habrá para impulsar actividades económicas rentables que aumenten la tasa de empleo, ya que la tendencia de la burguesía criolla, asociada al capital transnacional, es introducir una alta tecnología que absorbe cada día menos trabajadores. Por otra parte, es utópico pedirle a la burguesía que administre los recursos naturales, tomando en cuenta la dinámica propia de los ecosistemas. Y si no que le pregunten a cómo han funcionado estos consejos áulicos a los habitantes de la Amazonía. Y más ilusorio

aún es sugerirle a la burguesía que apoye a las comunidades locales y que detenga el consumismo y la expansión de las ciudades.

Los afanes de los ideólogos de la CEPAL están dirigidos hacia el llamado "crecimiento sin deterioro ambiental". El aumento de la producción -dice Osvaldo Sunkel- "ha menoscabado con frecuencia la conservación de la naturaleza y tendido a crear en muchos casos una grave situación ecológica. Podría parecer, en consecuencia, que la incorporación de la dimensión ambiental tiende invariablemente a restringir las tareas de la producción, lo que implicaría renunciar a elevar la productividad del trabajo y a congelar el crecimiento. Nada más erróneo que poner ambas posiciones en los platillos de una balanza. Es ineludible, además, que ésta se inclinará inexorablemente hacia un lado de la producción. Lo que realmente interesa en la incorporación de la dimensión ambiental en el desarrollo son poder plantear, en forma creadora, opciones de producción que cumplan con la función de mantener los ecosistemas y, por ende, las condiciones ambientales".32

Como puede apreciarse, se trata de conciliar lo inconciliable: desarrollo capitalista sin deterioro ambiental. No obstante, Sunkel insiste: "Se procurará explotar las interrelaciones entre desarrollo y medio ambiente, al menos en aquellos aspectos que resultan más relevantes desde el punto de vista de la problemática del desarrollo". Es evidente, entonces, que todo se reduce a incorporar la "variable ambiental" en función de la tesis desarrollista.

Estos ideólogos plantean un estudio más acabado de los sistemas para determinar la "oferta ecológica" potencial. Cabe preguntarse ¿quién cuantifica la "oferta ecológica" y quién se la apropia?. Paralelamente, sugieren incorporar a las "cuentas nacionales" los recursos naturales para registrar el monto del deterioro. ¿Acaso las cuentas nacionales no son controladas por la misma clase social que provoca el deterioro? La aspiración de incorporar los recursos naturales a las cuentas nacionales demuestra que lo único que realmente interesa a los desarrollistas es cuantificar los recursos naturales para garantizar, con el "mínimo deterioro ambiental", una mayor explotación por parte del sistema capitalista.

En el trabajo de Sunkel se plantea también la fijación de estándares medioambientales (?) que sirvan para determinar los niveles de contaminación "aceptables" y "la fijación de prioridades por costo efectividad que sirva para seleccionar proyectos que solucionen el problema de acumulación de estos niveles ‘aceptables’ de daño medioambiental". Una vez más, cabe preguntarse: ¿qué clase social fija estos niveles de contaminación "aceptables"?

Las sugerencias para un "crecimiento sin deterioro" se hacen en un momento en que es irreversible la tendencia de las transnacionales a desarrollar en América latina industrias altamente contaminantes no toleradas por los países metropolitanos y a implementar, en asociación con el capital criollo y estatal, industrias de alto consumo energético. El nuevo modelo de acumulación, basado en el crecimiento de las nuevas industrias de exportación no tradicionales en América latina, va precisamente contra toda ilusión de un desarrollo sin deterioro ambiental. El aumento de la inversión extranjera, de 18 a 38 mil millones de dólares entre 1967 y 1975 en América latina, según cifras de la propia CEPAL, se ha dado precisamente en las industrias que mayor impacto ambiental provocan. A las transnacionales que han aumentado la inversión en bienes de consumo duradero, de 36,2 por ciento a 63,8 por ciento del total entre 1950 y 1974, ¿se les puede pedir un crecimiento con el "mínimo daño permisible"?

Las burguesías criollas de América latina, asociadas al capital monopólico internacional, seguirán ahondando la crisis ambiental. La lógica capitalista conduce a una maximización de la ganancia cuya finalidad no es precisamente salvaguardar nuestros ecosistemas. La burguesía podrá tomar medidas paliativas en relación a la contaminación y a ciertos recursos no renovables, pero no está dispuesta a preservar el ambiente a costa de su tasa de beneficios y de sus posibilidades de expansión.

Bajo las condiciones de explotación de los regímenes clasistas, en especial del capitalismo con la avidez creciente por el mayor lucro, el deterioro ecológico está hipotecando el porvenir de la especie humana; el mantenimiento ya irracional del sistema origina un riesgo cierto para la mera sobrevivencia biológica del hombre en el planeta.

Evaluación del Curso AG4216 Gestión Ambiental Agropecuaria


30% Marco Juárez (3 quices 10% cada uno)
40% Ligia Guerrero (30% trabajo de investigación, 10% en quices)
30% Juan Carlos Corrales (10 % ficha técnica y 20% quices)

Distribución de los Trabajos de Investigación. I Semestre 2014


201011682 ALFARO RODRIGUEZ MAURICIO Trampas y uso de feromonas
201133147 ARCE ARAYA CINTHIA VALERIA Cobertura plástica
201233761 ARGUEDAS MIRANDA KATHERINE Agroforestería
201133189 ARIAS SABORIO JUAN PABLO Bancos forrajeros
201132757 BOLAÑOS GAMBOA ERICK FABIAN Silvopastoril
201133193 CALDERON LOPEZ KENNETH FRANCISCO Ensilaje
201042584 CASCANTE UREÑA PAUL RODRIGO Huerto Casero
201281528 CASTRO CASTILLO RONNY ALBERTO Bancos de proteína
201134810 CRUZ RODRIGUEZ FABIAN Usos de la gallinaza
200969826 GOMEZ MORA JAIME ALONSO Henificación
201260457 GONZALEZ CORDOBA ELIZABETH YUNIETH Coberturas vivas
200914402 JIMENEZ RIVERA ALEXANDER Henolaje
201133452 LOPEZ FALLAS JORGE BOLIVAR Cercas vivas
201165649 LORIA VILLALOBOS DIEGO GERARDO Tracción animal
201158408 MEDINA GONZALEZ JERRY YEFRY Lombricompost
201062458 ORTIZ ROJAS WAINER ESTEBAN Manejo integrado de malezas
200942590 RODRIGUEZ ALPIZAR VICTOR ALFONSO Algas Fertilizantes
200941725 SALAS ELIZONDO JUAN CARLOS Coberturas inertes
200900723 SANCHEZ SALAZAR RANDALL Cultivo de peces en campos de arroz
201281680 SANCHEZ VILLALTA LUIS ESTEBAN Compost
200938182 SANDI MENDOZA CARLOS GABRIEL Hongos comestibles
200900891 SANDI MURILLO CARLOS ALFREDO Bocashi
201281677 SOLIS ARIAS JACOBO Manejo integrado de plagas
201209962 SOLIS VARELA MELISA Biodiesel
201047854 STELLER JIMENEZ ERICKS DANILO Abonos verdes
201133649 SUAREZ CARRANZA DANIEL JESUS Hongos entomopatógenos
201109747 TORRES MORALES JOSE LUIS Biodigestores de bolsa
201104964 ULLOA CORDOBA VIRGILIO ADOLFO Bioetanol
201012147 VALVERDE RODRIGUEZ EFREN Biocontroladores
200938247 VARELA MENDEZ ALLAN ROBERTO Celdas solares
201209543 VARGAS CRUZ VICTOR MOISES Hidroponía
201105352 VASQUEZ CERDAS HANNIA LISETH Bioles o fertilizantes líquidos orgánicos
201233436 ZAMORA ALVARADO GUSTAVO ALONSO La finca integrada

NOTAS DEL CURSO QU4401

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